martes, 9 de noviembre de 2010

El último refugio: la flora de Castro Valnera



















El macizo de Castro Valnera con 1718 m. es el punto más alto entre la Cordillera Cantábrica y los Pirineos. Este espacio, catalogado como LIC, muestra interesantes vestigios de glaciarismo así como una fauna y flora relícticas propias de ambientes alpinos, correspondientes a montañas de mucha mayor altitud. Un factor que sin duda contribuye a que la flora alpina haya encontrado refugio en estas montañas es la elevada precipitación tanto en forma de agua como de nieve, de este extremo oriental de la Cordillera Cantábrica, que permite que normalmente se mantengan algunos neveros hasta bien entrado el mes de Junio. Las depresiones cubiertas por nieve representan un microhábitat muy particular en el que el reducido periodo en que el suelo está limpio permite a las especies alpinas competir exitosamente con las propias de ambientes montanos o más generalistas. El caso más relevante de esta estrategia es la que representa la Pulsatilla alpina, cuyas hojas permanecen verdes bajo la nieve, activándose su fotosíntesis en cuanto comienza a llegarle la luz (a veces incluso cuando la nieve todavía cubre el suelo). Otra especie que presenta esta estrategia el la Huperzia selago, un licopodio que es muy abundante en el Valnera o el Hormium pyrenaicum. Llama la atención que en estos enclaves se pueden encontrar bien entrado el verano muchas de las flores que caracterizan el inicio de la primavera, como los narcisos, que presentan una fenología mucho más retrasada impuesta por la cobertura de la nieve.

Pulsatilla alpina

Huperzia selago


Hormium pyrenaicum

También son importantes otros microhábitats, como las turberas, muy abundantes en todas las laderas, con especies características y poco frecuentes como Nartecium ossifagum, Parnassia palustris, Primula farinosa o Bartsia alpina

Parnassia palustris

Nartecium ossifagum


Primula farinosa

Bartsia alpina


Completa el repertorio de microhábitats de gran interés para la biodiversidad, los escarpes rocosos, tanto calizos como silíceos, en los que por ejemplo encontramos Aquilegia pyrenaica; y los megaforbios, con especies de distribución muy local en Burgos como Trollius europaeus.

Trollius europaeus

Aquilegia vulgaris

Muchas de estas especies de carácter relíctico, vestigio del pasado glaciar, tienen en estas montañas el límite más cálido de sus posibilidades de existencia, y se aferran a la vida en minúsculos enclaves, excepcionalmente frágiles. Con poblaciones a veces mínimas, han conseguido llegar hasta nuestros días, pero su futuro es especialmente incierto. Un pequeño cambio en las temperaturas o intensidad de las precipitaciones puede determinar su desaparición en un plazo realmente breve de tiempo. En cualquier caso resulta maravilloso contemplar como la vida se aferra a la existencia, y el Castro Valnera con sus reliquias botánicas es un precioso ejemplo de ello.

Pulsatilla alpina

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